JUSTICIA SOCIAL

Que es ser Peronista HOY?

No es una tarea fácil, pero nunca fue fácil ser Peronista!! Siempre representó dar lucha.

Cargar la bandera del Peronismo HOY y no parecer la loca de la bandera es un riesgo.
Pensar un País más justo donde el trabajador tenga capacidad de ahorro, donde la distribución de la riqueza sea un hecho y no un slogan, no creo que sea locura, es posible, en un estado que equilibre la balanza.

Como me puedo llamar Peronistas HOY? Si hace años que el pueblo no sabe lo que es vivir con dignidad, pero como militante no pierdo las esperanzas de que un día las cosas van a mejorar, sino no sería militante. Son muchos los compañeros que como yo, piensan y quieren otro Peronismo, aquel que fue tan revolucionario, el que dignificó la vida de la mayoria de los argentinos, ese peronismo que fue tan importante para la clase obrera que aún hoy después de los desastres que se hicieron en su nombre, se mantiene en el inconsciente colectivo como la esperanza para los trabajadores.

Alguien se preguntó porque no se le enseña a los jóvenes la doctrina??? Por que se darían cuenta la distancia entre el Peronismo y lo que hacen los Patrones del peronismo. Pero era lógico, la única manera de detener al pueblo, era copar el movimiento y hoy nadie sabe quien es quien. Pero acá estamos los militantes Peronistas para marcar el rumbo, a los compañeros que lo han perdido, permítanme la ironía, es un derecho que me gane militando.

Un fuerte abrazo Peronista, hasta la proxima.




sábado, 21 de marzo de 2009

DIOS sabra a quién sirven cuando alzan las banderas...

Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.

Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.

Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.

Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.

Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.

Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.

No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo

que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,

donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.

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